miércoles, agosto 29, 2007

qué tren qué tren

Hoy, 29 de agosto, se cumplen 150 años de la inauguración del primer tren en Argentina.
Y si algo tengo que contar de mi relación con los trenes, es que siempre ha sido bastante desaforadita: desde los viajes a Mar del Plata cuando era chica, en los que me instalaba en el asiento de acompañante del adulto que más me simpatizaba para darle charla durante todo el viaje (cosa que desataba la vergüenza responsable de mi mamá, haciéndome volver a mi lugar), hasta aquella memorable travesía a Bariloche, ciudad a la que llegamos más llenos de tierra que una papa, y durante la cual casi me pierden en un baño de la ciudad de Azul por no haber escuchado el silbato de la locomotora.

El tren es mi medio preferido de transporte.
Sí, ya sé que están hechos pomada, que viajar en el Mitre, Roca o Sarmiento es una peripecia digna de un ninja de la vida, y como no soy actualmente de usarlo demasiado, cada oportunidad para mí -esté hecho pomada o medianamente aceptable- es una aventurita: cuelgo la vista por la ventanilla y nos movemos el tren y yo; el tren más por afuera que yo, que me muevo internamente gracias a que él va por los rieles.

Siempre envidié a esos tipos que en las películas del oeste se subían a un vagón de carga -porque siempre los trenes iban lentísimo, eh- con un bagayito y se perdían en el horizonte que la vida les deparara. Me imaginaba a mí misma trepándome al vagón con un par de mis inseparables amigos de la infancia, yéndome no sabía muy bien a dónde porque lo importante era eso: viajar en tren en un vagón de carga. Todavía cada tanto, cuando paso por alguna estación ferroviaria siento un cuic interior y durante una mínima fracción de segundo tengo el impulso de acercarme, sacar un pasaje a donde mejor me pinte el nombre de destino, y pegarme un viajecito, sin saber qué voy a hacer cuando llegue. Es materia pendiente, que supongo algún día rendiré con muchísimo entusiasmo.

Sé que los que usan el tren como medio de transporte cotidiano difícilmente piensen en él con la idolatría que yo lo hago, ni siquiera con un 2% de la ansiedad que me ataca cuando veo pasar un tren y pienso que me llevaría LEJOS. Se viaja mal, las formaciones con problemas técnicos y falta de mantenimiento, desvencijadas, insuficiente espacio, frecuencias desastrosas, y un sinfín de inconvenientes de los cuales se pueden informar en sitios como éste y como éste otro.
Les recomiendo que los exploren, y agradezco a 222 el meme que me pasó y gracias al cual terminó saliendo este atropello de palabras (es cierto, no tengo mucho tiempo que digamos últimamente).

Quien quiera sumarse escribiendo en su blog un viaje en tren a estos 150 años de tendido ferroviario (en extinción) nacional, bienvenido.

PD: me olvidaba de algo: he conocido gente memorable en el hall de la estación Retiro. Un día de fotografiar tomates flotando en el Tigre, y de volver amontonados en el tren defendiendo de los codazos de otros pasajeros a Zenkiu y Esquiusmi.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja. Viaje a Bariloche en tren significa comer tierra. Te levantabas al baño y en el asiento quedaba la marca de tu cuerpo en el asiento. Volvías al minuto y medio y la marca ya se había borrado y el asiento ya estaba otra vez con la mugre parejita! Gracias por responder ;-)

Anónimo dijo...

Me prendo...mañana posteo algo del quetren...

Anónimo dijo...

Qué te parió.
Me trajiste recuerdos y me hiciste escribirlos...

;-)

Weltklang dijo...

Ya ta! Postié algo que va sobre rieles.

numaleon dijo...

Gracias, como siempre, por escribir sobre temas importantes.
Hoy estuvieron en la radio los del grupo que hicieron una especie de homenaje al Ferrocarril Oeste.
Y si en el hall de Retiro se conoce gente interesante, allí voy.

Anónimo dijo...

uuhhh, qué recuerdos polvorientos! A mí me pasa igual, siento el tren como aventura, quizás porque tampoco tengo que ir a trabajar en él.

Fla-q dijo...

Para quienes gustan de los trenes, los invito a pasar por La rural, a donde se está exponiendo La Porteña (si, la original), el vagón presidencial y otras delicias ferroviarias, con entrada LIBRE Y GRATUITA, hasta el próximo lunes.

Cuando se inauguró la linea Buenos Aires-Mar del Plata, el viaje duraba 4.5 horas.
Hoy 7.5 horas con suerte...una pena.