sábado, diciembre 08, 2007

semana florida

Esta semana todo giró alrededor de la temática hijos, noticias de nacimientos y casamientos, relaciones, des-relaciones, brindis, amigos que vinieron de lejos, sobrinos y encuentros.
La que viene aspecta igual: se va el año y el "che, tenemos que vernos antes de que termine el 2007" está más cantado que un envido.
Y está muy bien.
Desde hace un tiempo decidí dejar abrirse paso al sentimiento de que hay navidades para algunos que no son navidades para todos, tanto como que hay festejos que se imponen para muchos, pero que a otros no nos significan mayormente nada.
Por algunas vidas pasan otros cortes, otras cosas y quizás lo que se celebre sea algo bastante distinto a lo que se eligió como convencional y comunitario para aunar sentires. Por la mía, definitivamente la navidad no pasa, carezco del tan mentado "espíritu navideño" y el año nuevo sólo tendrá un sentido de ser festejado si yo se lo elijo, no si cambia el calendario (eso es buenísimo: te permite festejar añonuevos o declarar independencias en cualquier momento del año, sin presión cultural ni consumista alguna).

Hay proyectos ya, hay cosas para hacer, hay tiempo ocupado que todavía no pasó: todavía no estamos ni a 10 de diciembre y ya la línea de la estabilidad personal en varios aspectos está definida. Creo que festejar el "estar tranquilo" es uno de los festejos posibles. El proyectar cosas con amigos es otro. El crecer en el camino elegido es otro. Ver la vida florecer alrededor, es otro.
Esos son los festejos que elegí para este fin de año sin arbolito y sin pesebre, pero lleno de jazmines y de lucecitas. Para mí, la naturaleza avisa el tiempo de cambio cuando los tilos florecen o aparecen los jazmines, cuando me acuerdo cómo es el clima en esta época en los distintos lugares que conozco porque el de acá se está volviendo más cálido, y no cuando veo a un papanuel en una vidriera y arbolitos armados por todos lados.
Cuando hay sentidos ausentes, construir los propios no deja de ser la mejor manera de transcurrir los ajenos y así poder sumarse al final de algunos ciclos, y al comienzo de otros.


Foto: colibrí que pasó volando ayer mientras estaba en la plaza mirando potrear a mi sobrino. Una de las pocas veces que puedo pescar uno de estos pajaritos tan cerca del cemento (bah, la única foto que le saqué a un colibrí en mi vida, y único que he visto en años rondar por Buenos Aires).
Y sí, parece que lo mío es sacarles fotos a cosas que vuelan... o que vienen volando. :) :)