El mundo está mal. La gente está mal. Mi barrio está peor. O no sé si peor, pero está mejor los fines de semana que durante la semana, y eso es preocupante.
La paz que se respira en este cubículo humilde los sábados, domingos y feriados es despampanante y motivadora: uno encuentra espacio para escucharse a uno mismo sin filtraciones molestas de la obra de enfrente, ni de los autos y camiones que bajan en compacta caravana por la calle de la esquina o suben por la otra cuadra, cuyo número merma en bendito modo desde la madrugada del sábado hasta el atardecer del domingo. Por suerte para quien esto escribe, más vale.
Si tenemos mal clima, mejor que mejor, ya que el silencio es casi estrepitoso. Nadie asoma la nariz, todo el mundo se convierte en larva de televisor y control remoto para beneficio de quienes amamos la paz y la tranquilidad.
Todo esto, plantea como anexo un par de cuestiones:
a) Andamos patas para arriba. El tiempo que debería usarse para salir, esparcimiento, bochincheación y jolgorio loco entre semana y semana laboral, se troca por un tiempo larvario, "empajetado", y fiacoso. Tanto hemos corrido en la semana, que la única fuerza que queda es para llamar al delivery. Incluso tanto hemos jodido en día de semana, que los findes, aaaaaaaaaaaaah, pajapajapajapajapajapaja. ¿No valdrá la pena correr menos en la semana y llegar más enterito? No digo para producir bochinche, digo como para que no se produzca tanto vértigo de lunes a viernes.
b) Necesito vivir en un lugar donde los días de semana sean como sábados y domingos (calmos, tranquilos, sin ruido), donde se pueda pensar en paz, donde no exista la compulsión de una vez por hora acercarse a la ventana a gritar "y por qué no te metés la bocina bien en el orto y te hacés andar la caca para atrás a bocinazos, pelotudo!!" o "señora, usted tiene un perro de mierda, que produce mierda, y con una dueña de mierda, encima!" o "pero qué linda amoladora la tuya!! por qué no probás si también sirve para depilarse el cavado?" y así.
En serio, no me disgustan ni el pasto, ni los pajaritos, ni los bichos, ni las alimañas (las alimañas humanas sí, tampoco jodamos). Cada vez me convenzo más de que una vez recibida me piro a otro lado -que tenga interné, obvio- donde para ver 90º de cielo no tenga que hacer 10 minutos de colectivo o 10 pisos en ascensor, mínimo. Y nada de country, barrio privado y sandunga en lata: debe haber un precioso mundo en otra parte, invisible a ojos del apuro y del bochinche.
La otra posibilidad es que yo sea una idealista de porquería y no me dé cuenta de que pensar así es índice de que una ya se está poniendo mayor, tiene otro tiempo interno y le sale por alguna parte una hippie interior que jamás pudo ser domesticada.
Qué se yo, debe ser eso.
+ Oh,
una muestra en PROA que vale muy mucho la pena. Hablando de ciudades, no?