Falta relativamente poco para volver a padecer a esos cuñados insoportables.
Falta relativamente poco para que veamos escurrirse el aguinaldo en regalitos.
Falta relativamente poco para que otra vez, no sepamos qué regalarle a la suegra.
Falta relativamente poco para que nuevamente, cuando aún falte más de un mes, empecemos a ver toda la ciudad pintada de rojo y verde.
Falta relativamente poco para tener que pasar por la ordalía de la ensalada rusa, el pan dulce, los turrones y el lechón, que demostrarán -si no nos morimos- la existencia de un Dios que nos evita fenecer por ingesta calórica masiva.
Falta relativamente poco para el mimetismo automático con la tradición popular, la ensalada de frutas y el tío que se pasa de copas e imita a Sandro mientras abre los regalos.
Falta relativamente poco para esa nefasta fecha que es, para los que no somos creyentes, no vivimos en religión, ni nada de eso, Navidad.
Este año no vamos a cumplir con ningún ritual obligatorio de "pasarlo en familia".
Usted, ¿cuán preso está de una tradición que no comparte?
¡Qué original! ¡Recién octubre y ya pensando en esto! Cualquiera lo pone en diciembre, pero es cuestión de empezar a sembrar el pánico desde ahora.