lunes, septiembre 24, 2007

ya no existen las rueditas

Era primavera y cada fin de semana de sol, mi mamá nos llevaba a mi hermano y a mí a una plaza distinta. Ese sábado nos tocó Plaza Alemania, buscamos un lugar lindo bajo los árboles y entre agarrar a mi hermano que ya se metía de cabeza a la fuente y sujetar a mi eterna Pantera Rosa de peluche (tenía una, regalo de cumple, y me sentía una ídola con mi Pante), ví a lo lejos venir a mi amiga Lore con su bicicleta.

Lore vivía un par de pisos más abajo en mi mismo edificio, y ya sabía andar en bici sin rueditas. No quise ser menos y tras mucho hinchar, pedir, rogar y poner cara de porfavorporfavorporfavorporfiporfi, me la prestó un rato para probar a ver si por lo menos podía hacer un par de metros sin irme de cabeza contra los canteros.

La cuestión fundamental es que Lore era petisita, y yo flor de patalarga. Así que si ella llegaba cómoda a los pedales y estirándose mucho recién daba con la punta de los pies en el suelo, yo me daba con las rodillas en la pera cada vez que intentaba poner los pies en su lugar para pedalear. No está de más decir que ni bien me pegaba en la pera con la derecha, me iba para el otro costado, tambaleando como flan borracho en día de tornado.

A la cuarta o quinta vez de bandearme, me dí cuenta de que si en lugar de intentar apoyar los pies en los pedales iba impulsándome, como caminando, dando "pasos" cada vez más largos dejando los pies en el aire el mayor tiempo posible, mientras intentaba mantener el equilibrio, lograba avanzar lo suficientemente tranquila como para ocuparme de qué hacer con el manubrio (segunda gran instancia, una vez superada la parte de "qué hacer con los pies").

Y así, paaaaaaaaaam, paaaaaaaaaaam, un pie... el oooootro... laaaaaaargo, laaaaaaargo, fui dando toda la vuelta a la fuente sin dejar mi masa encefálica sobre las piedras del suelo, y con una sonrisa de oreja a oreja. Años más tarde (muchos años más tarde), el método de los "pasos largos" fue también el que usó mi hija para aprender a andar en bicicleta sin rueditas.



La de Lore era una Aurorita rodado 12 creo, de llantas blancas y pintada de naranja y parecía un autito Duravit, pero hecho bicicleta.
Y vos, ¿cómo aprendiste a andar en bici? ¿cómo fue tu primera vuelta en bicicleta?

24 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ya no existen las rueditas?

¿Iban a una plaza distinta cada semana para que no los pudieran reconocer?

Anónimo dijo...

¡Cómo no olvidar el día en que "alcancé mi equilibrio espiritual"...! Pero ni vale la pena comentarlo (antes debo negociar un canje con Merthiolate y Curitas).
De los genios de 31 minutos tengo algún video (con comentario a otro) por casa:
http://seleccione.blogspot.com
/search/label/Videos
Abrazo (Uno vota Bater, pero con lo de Córdoba y Chaco, creo que hay fraude che...)

Diego dijo...

Ok.

Lo confieso.

Públicamente.

Nunca aprendía a andar en bici.

Chiru dijo...

todo el barrio aprendió en la misma bici, sin rueditas, te agarraba uno de cada lado, y corrian haciéndote tomar impulso y velocidad hasta que te soltaban...
Despues de muchos manporros agarré equilibrio mientras todos vitoreaban corriendo atrás mío, hasta que llegué a la esquina y me gritaban: dobláaaaa, dobláaaaaa (eso intenté) y me clavé el árbol que estaba justo en la esquina...

el video de 31minutos, mortal (a chirusito le encanta cantar "yopinino" o sea "yo opino", y al chiruso "objeción denegada" (aguante 31 minutos!)

Paula dijo...

unservi: loqué loqué de Córdoba y Chaco? Si no se cruzan!

DEG: y qué espera para aprender? con lo divertido que es aprender algo!

Chiru: me pasó igual, esa era la segunda parte del post: todo lindo con los pedales, pero hasta que uno cordina eso de "doblar" y NO SIMPLEMENTE TIRA EL CUERPO PARA EL COSTADO (como hacía yo), pasan unos días y varios porrazos.

Anónimo dijo...

Yo iba a contar mi aneda, pero me ganó de mano chiru.

Es idéntica, mecachendié, excepto que el que empujaba la bici era mi viejo, y para el árbol ni siquiera tengo el pretexto de que había que doblar. Fui y me le estampé de una, de frente.

Volví con la nariz en la mano...
;_;

Weltklang dijo...

Le saqué una sola ruedita, y en algún momento dejé de escuchar el ruido de la que quedaba (porque eran de plástico duro y sonaban bastante cuando rodaban contra el piso) y supe que estaba andando sin rueditas. Y seguía y seguía, y tan entusiasmado estaba porque mantenía el equilibrio, que no me di cuenta que, tanto bicicleta como ciclista se empezaron a ladear para el mismo lado, justo justo, donde no había ruedita que ayude a mantener el equilibrio. Terminé en la zanja, embarrado como un marrano, lleno de magulladuras y peladuras de frutilla, que se llevaron un frasco de mertiolathe (¿se escribe así?)

beso
W

Stella dijo...

Yo tengo una amiga de la infancia que era, a mis ojos, muy aventurera! Yo siempre fui muy pancha y ella andaba en bici, andaba en patines, saltaba a la soga a la perfección, etc.
Yo era su karma!! Ella quería que yo haga toooodo lo que hacía ella. Tanto me hinchaba que al final lo conseguía!! Ella me subió a su bici, que era para nenas mas grandes que yo, y, a fuerza de porrazos, logró que yo aprendiera!
Todavía tengo una cocatriz pequeñita abajo del ojo en donde me clavé un freno! jajajaa
Linda esa época, gracias por hacer que la reviva!!!

bullet with butterfly wings dijo...

si éeeeeeres genial, inmorta-a-al.


yo me rompí el cerebro como todos. pero no aprendiendo a andar. aprendiendo a subirme!

Bren dijo...

A mi me costó un hue... la última del barrio en aprender, ya casi se me iba la infancia, no me pegué porrazos de puro orgullosa nomás!
Bater gracias por la inspiración, me promoviste muchas ganas de crear algo, y me hice un blog.
grazie

Paula dijo...

Eeeeh, Animala!! :D
Juro que yo no fui, señor juez!!
(ajjajaja!!))
Ahora paso a chusmetear.

Sole P dijo...

Yo, como casi todos, aprendí al ser impulsada por una amiga a la nada misma y a toda velocidad... Golpe, golpe, caída, frutillas, golpe, raspón, y un buen día... equilibrio!!!!

Muchas veces usaba la bici de mi hermano, una de carrera, imagienen lo feo y doloroso de los golpes con ese caño...

Sole P dijo...

Ya el nombre de tu blog me trae recuerdos hermosos de mi infancia... mi mamá todas las mañanas me despertába cantándome, "buenos días su señoría!! mantantirulirulá... qué deseaba su señoría..."

Paula dijo...

Ves? Yo también anduve siempre en "rodado inconveniente".
Primero, una Legnano rodado 26, freno a varilla, monstruo de máquina (me llevó puesta un taxista una vez, asombrosa experiencia), y más adelante, una bici de carreras... sin frenos. Era tan kamikaze que andaba esquivando bondis por Corrientes en semejante aparato.

Ahora soy peatona. :P

Leni dijo...

A la mía (Grazziella naranja rodado 12) no le saqué yo las rueditas,¡me las sacaron!. Porque en la casa de la playa todos los mayores dormían la siesta, y yo rompía los cocos dando la vuelta a la casa una y otra vez, por la veredita que la rodea. Supongo que pensaron que no me iba a animar a subirme así, pero no contaron con mi astucia: me agarraba de la pared. En vez de impulsarme con los pies, me sujetaba de algún ladrillo y tomaba impulso. Me dí contra los canteros montones de veces, todas mis fotos infantiles de verano son con las rodillas peladas y llena de moretones. Después le pasé la fórmula a mis hermanos y primos, así que casi que tenemos el método patentado.

Témpera Mental dijo...

En mi caso, parecido al de chiru, me frenó el poste de luz de la esquina y salí disparada hacia adelante cayéndome en la calle.

Lo que más me dolió fue el orgullo.

Anónimo dijo...

No lo recuerdo con exactitud, pero hay algo seguro: lo mío no fue una "vuelta" en bici. Seguro fue un viaje recto de ida y vuelta, porque vivía en una casa rodeada de calles de tierra, y el único asfalto era el que pasaba por la puerta. Lo que sí me acuerdo es el moemtno en que la recibí. Era una "Tarzanito" roja ¿rodado 12? con cintas de boca en el manubrio y la vi por primera vez en la casa de mi abuela toda envuelta en papel, al lado de las zapa que había dejado para los Reyes. Lo de los Reyes lo entendía más tarde, pero aún no me explico cómo hicieron para envolver una bici en papel.

M dijo...

Mi abuelo se apiadó de mi hermano y de mí y en 1999 (a mis grandulones 12 años) pasamos algunos sábados en la terraza esquivando una columna que estaba justo en el medio e intentando dar vueltas en una bicicleta roja con cambios que, por cierto, era para grandes =)
Aún así aprendimos y más luego dimos vueltas por Flores, como para practicar de veritas en terreno más que ondulado.
O debería decir, con veredas rotas, qué tanto.
Besos!

M y S dijo...

yo pensaba que ya sabia andar sin rueditas hace años....pero resulta que hace 15 dias me compre una bicicleta usadisima, que pesa más que un fitito y llegando a mi casa de la bicicleteria despues del paseo de bautismo fui a subir al cordon y en vez de agarrarlo perpendicularmente y con envion lo agarré en paralelo, y termine incrustandome en el macetero de la esquina de casa....
todo un revival de mi infancia dorada

rambonarda dijo...

Bueno compañera, no hay por que ponerse tan elitista acá.
No sólo no sé andar en bicicleta (ni pienso aprender, disculpeme la sinceridad) sino que además tengo la teoría y la empiria me ha dado la razón más de una vez sobre este tema que esas malditas mangueras con ruedas me odian, me desprecian y no dudan en atropellarme una y otra vez. La primera vez que me atropelló una, debía andar por los 7 años y la última vez fue hace dos años.
En ese interín, una y otra vez me han atropellado, parece que tuviera un cartel colgando que dice: "Che, por que no me atropellas? tranquilo, no sé defenderme ante tí"

rambonarda dijo...

Ah, pero te patino con tutti.
Ahora compañera, haga una encuesta preguntando como aprendimos a patinar, no me excluya...

UAP

Uno de los ocho dijo...

Compañera, recuerdo la bicicleta de un amigo; recuerdo también cuando me la prestó en la misma cima del puente escalada, allá por las tierras del Manolo Quindimil.

Recuerdo también que para no ser cobarde me subí allí por primera vez y me lancé a cumplir mi destino. Por la gran pendiente y mi inherente masa desarrollé tal velocidad que no me caí, milagrosamente.
Eso sí, temía tanto caerme que seguí pedaleando casi hasta la estación Lanús, todo por la Avenida Pavón, hasta que me hice torta con la puerta de un auto que amagaba doblar.

Anónimo dijo...

Ay! mi chinito aprendió por pura vergüenza de ser el único con rueditas... y realmente fue de "equilibrio espiritual"... ahora cantamos los dos: nunca más, nunca... vergüenza en la calle...
(yo? una lata, aprendí en la que me regalaron para navidad y no me demoré nada, ni siquiera me caí... en fin, que no tuve infancia)

Fragaria Vesca dijo...

La vieja y querida Aurorita! Yo aprendí a andar en una de color verde. Íbamos a la rotonda del parque todos los fines de semana. Primero anduve con rueditas y después sin. Lo que nunca pude hacer fue, más adelante en el tiempo, montar una bicicleta de "persona grande". Supongo que mi metro 56 y mis piernas cortas habrán tenido algo que ver en esto.