lunes, septiembre 03, 2007

acerca de los afectos y la memoria

Mis amigos son Les Luthiers

Yo me he colgado siempre, desvergonzadamente, del prestigio de Les Luthiers. A cualquier lado donde voy, en cualquier entrevista que concedo, menciono, como al pasar, que soy Colaborador Creativo del grupo. Y me miran como si yo estuviera sentado a la diestra del Señor.
Pasaron ya más de veinte años desde aquella noche en que los vi por primera vez arriba de un escenario, en Rosario, y fue tal el impacto que me causaron que, al volver a mi casa, me metí con el auto de contramano. En Rosario, ciudad que conozco como a la palma de mi mano. Ese era, supe, el humor que a mí me gustaba, ese era el nivel de excelencia que había que alcanzar.
Hoy por hoy, además del enorme orgullo que me brinda el saber que, de una manera u otra, he tenido participación en sus espectáculos, el rédito mayor que contabilizo es el amistoso. Haber construido con todos y cada uno de los muchachos amistades sólidas y profundas más allá o más acá de las condiciones profesionales. Sabesr que tengo en Daniel, Pucho, Marcos, Jorge y Carlitos un grupo de queridos amigos en una relación que va más allá del trabajo en sí.
Pero eso no quita que cuando voy a verlos disfruto como el primer día de ese hecho irrepetible inventado por Les Luthiers a partir de un estilo encontrado solo por ellos.
Todo espectáculo exitoso siempre es copiado e imitado de inmediato. Esto no ocurre con Les Luthiers, simplemente porque no es fácil reunir a cinco artistas que sepan cantar, que sepan actuar, que sean graciosos, que coincidan en un mismo tono de humor, que elaboren sus propios guionesy sus propias canciones y que, además, imaginen los instrumentos más graciosos y estrafalarios.
Y... ¿Quieren que les diga una cosa? Yo soy amigo de esos tipos.

Fontanarrosa.
Rosario, 16 de julio de 2007.



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De una forma muy extraña, sucede que cada tanto nos sentimos involucrados con gente a la que apreciamos o admiramos mucho, pero que de nuestra existencia no tienen ni la menor noticia. Se dirá que es un rasgo de fanatismo o de irracionalidad, aunque prefiero, hablando en mi caso de lo que siento por Les Luthiers, tildarlo de un profundísimo respeto y de un enorme agradecimiento por el papel que gracias a ellos tiene el humor en mi vida, y por propiedad transitiva por el que representan para mí todas las obras de las que son autores e intérpretes.

Cuando supe del fallecimiento del Negro, en una de las cosas que pensé fue en la repercusión que tal hecho tendría en estos cinco que ven de frac y moñito en la foto de arriba.
Uno, si guarda alguna forma de cariño por alguien, no puede ser ajeno a sus vaivenes emocionales, y extrañamente, algo parecido a eso me pasó ese día: si uno que era un ajeno absoluto, sentía la cosa con tristeza verdadera, los cercanos mejor ni imaginarse.

En la muestra por los 40 años de Les Luthiers, la primera pared frente a la que uno se sitúa le hace de blanco soporte al texto de Fontanarrosa que figura al comienzo del post. Empezar a leerlo y disparar sin querer la mirada hacia el final para confirmar que efectivamente el que firma eso es quien suponemos, es tan automático como -una vez sabido que no es otro que el Negro quien nos va contando eso- leer el resto con un nudito en la garganta que ni sube ni baja.
Los muchachos abren su muestra con palabras de ese amigo que se les fue apenas tres días después de haberles escrito eso.

Alguien decía en una carta que para que sus muertos no se murieran del todo, les hablaba y contaba cosas cotidianas, los participaba de sus cuestiones diarias para que el olvido no los dejara muertos del todo, para que el calificativo "muerto" no les cuadrara y no por un simple culto a los muertos o a la muerte, sino porque hay dos cosas que exceden a la muerte misma: el afecto y la memoria. Y toda memoria va cargada de un afecto particular, que en el caso de ser éste el cariño, salva con alegría del arrumbamiento en el olvido a su destinatario.

Una de las cosas que Fontanarrosa dejó listas antes de irse, fueron las despedidas. Para cada uno hubo palabra, dibujo, prólogo; era un tipo que no se olvidaba de sus afectos. A su vez, los cinco de Les Luthiers pusieron a la vista su manera de seguir teniendo presente al amigo exponiendo a la vista de todos nosotros las mismas palabras con las que él se había referido a ellos y a su amistad, tal como lo hubieran hecho de estar aún él físicamente rondando por este cascote planetario. No porque el destinatario no esté, los que quedan sienten menos.

Qué ganas de saber transmitir, como ellos, esa admiración hacia los que profesamos nuestro afecto aunque, como más arriba puse, de nuestra existencia no tengan ni la menor noticia.
Nomás porque se lo tienen ganado, y se merecen un lugar en la memoria colectiva para siempre.
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APDEIT: escribí esto temprano, sin saber que horas más tarde, iban a declarar a cada uno de los integrantes del quinteto, Ciudadanos Ilustres de Buenos Aires.
En buena hora.

11 comentarios:

Weltklang dijo...

Yo quiero que se invente una pildorita de la inmortalidad y que la tome quien la merezca. La lista no seria muy grande, pero LL estará bien arriba. Y el negro también (carajo, como lo extraño)

beso
W

Anónimo dijo...

Me encantó el post, Bater. Seguí así.

Barluz dijo...

Si, Les Luthiers y Fontanarrosa forman parte de esa categoria de gente que son lo mas de lo mas, y que se merecen lo mejor porque son inteligentes, creativos, copados y buena gente.

Eso.

El Angel Gris. dijo...

Vos deberías escribir así, largo, mas seguido

Paula dijo...

no sé, angelito, se haría costumbre y no sería lo mismo.
además, no siempre tengo algo así de largo o de esa índole para decir.

numaleon dijo...

Bravo.

Vill Gates dijo...

Me gustó mucho tu escrito, coincido con el angel gris,
¿¿¿HAY ALGO QUE HAGAS MAL VOS NENA???
(con tono de insana envidia).
Beso.

Amperio dijo...

Hace más de veinte años, leí un reportaje a Fontanarrosa donde el Negro se enorgullecía de tener a Les Luthiers como amigos, a pesar de que, cada vez que viajaban a Rosario se instalaban en su casa, le vaciaban la heladera, le manoseaban la mujer y le pegaban a su hijo.
Años después, uno de los integrantes de Les Luthiers estaba invitado a un programa de televisión. Le preguntaron acerca de las cosas que más le divertían y dijo: viajar a Rosario, vaciarle la heladera a Fontanarrosa, manosearle la mujer y pegarle al hijo...

Chap! dijo...

¿ciudadanos Ilustres? Merecidísimo.




Y que Quino también tome la pildorita.

Laura Palisa dijo...

Bello post

Paula dijo...

:)