Mucha gente padece de lo que se llama "síndrome de domingo": desde las 18 o 19 hs. de cada domingo, les agarra una especie de congoja irrefrenable, una tristeza que cala, una desesperación exasperante (?), y su cara cambia como figurita en manos de niño.
Descubrí que a mí me pasa eso absolutamente todos los días a las 11 de la mañana, menos los domingos. No sé muy asociado a qué, pero es el punto del día donde ya sé si el resto de las horas se van a ir al carajo o si ascenderán en el aire, y en cada caso, yo con ellas.
Ahora que ya sé esto, el margen horario se va a correr a la media hora anterior a las 11.
Pucha digo.
4 comentarios:
Cuando todavía vivía en Buenos Aires, los domingos eran una pálida, recuerdo que ésta empezaba a la hora que oia la voz del gordo Muñoz cuando empezaba a relatar un partido de fútbol.
La sensación era como la describís una tristeza increible y esa congoja que iba calando muy hondo.
Era un bajón Bater.
(Por suerte se murió Muñoz y si llego a oir a algún comentarista -onda Araujo- no me da pálida sino arcadas)
Lo mio es grave, me pasa a diario cuando estoy volviendo. Y no hay lectura en el el colectivo que lo cure.
¿porque el universo se me vela de gris a esa hora? ¿porque si todo es simple, siempre parece un laberinto?
(la extraño)
Mi viejo lo llamaba "Dominguitis" y los sufría después de las cinco de la tarde, más o menos. A mí me pasaba con el colegio, pero con el laburo no tanto.
A mi no me pasa más, por suerteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!
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