jueves, marzo 01, 2007

el mejor laxante es el sol

Uno se va de vacaciones pero no siempre se lleva de vacaciones.
A ver si me explico: como me gusta dar vuelta desde cajones hasta medias pasando por preguntas, el "¿qué es irse de vacaciones?" no quedó fuera del tarro a la hora de la calesita.



Irse de vacaciones por lo general, no incluye descansar de uno mismo. ¿Por qué? Porque es uno el que elige el lugar de destino e inevitablemente uno se encuentra que allá, bien allá, lejos, en la loma de nosecuánto, lo espera uno mismo con cantidad de aterradoras preguntas, su mismo mal aliento luego del ajo, la misma ropa que llevó. Deshacerse de uno mismo durante las vacaciones no es tarea fácil, uno sigue preso de sus propios tentáculos a la hora de casi todo, durante por lo menos los primeros días.

Al mismo tiempo, si uno no está un poquito con uno, cuando se va de vacaciones, es un completo desnucado. Léase: ¿de qué forma está uno consigo mismo cuando se va y con quién se encuentra cuando llegó al destino del relax?






Más de una vez uno se da cuenta de que uno ya no es el mismo cuando está a punto de volverse. En esos casos, el camino del "volver-a-ser-el-mismo-de-siempre" puede ser una rotonda a tomar para encontrarse con uno, olvidándose que uno se llevó de vacaciones y aplastando toda vis de puente y retornar siendo el mismo papafrita que a la salida pero más tostado o con más km de recorrida; en otros casos, el "ya-no-sé-si-soy-aquello" o "qué habré dejado de ser?" o mejor aún "no sé qué viene, pero se fue algo que tampoco me acuerdo qué era" pueden dejar lugar a un "páh, que lindo" sin mayor conciencia de proceso alguno; uno es siempre su propio resultado.

La otra es: ¿son los souvenirs realmente souvenirs? Uno no puede llevarse el Mediterráneo en el bolsillo o la sonrisa de un amigo, o el olor al jabón que le gustó. Muchos souvenirs son lo que nos queda más adentro que afuera y lo de afuera, pequeñas señales que nos remontarán a escenas vividas pobladas con ese Mediterráneo, esa sonrisa, ese olor a jabón, alguna almendra.


Si uno pudiera elegir el souvenir perfecto, ¿qué elegiría llevarse, del lugar donde estuvo? Mucha gente no se llevaría más que a sí misma de vuelta, dado que además de ser uno su propio resultado, muchos son su propio souvenir, preciado objeto con -además- memoria y un sentido del narcisismo fantásticamente gordo "y-no-necesito-más-para-recordar-lo-bien-que-la-pasé". Aunque hay algunos que la pasan realmente mal, situación causada por ser la peor compañía para sí mismos y eligen traerse de vuelta con su malestar para autorrecordarse qué asco es todo, por ahí (y por adentro también).

Particularmente, yo siempre elegiría quedarme en todos los lugares a los que voy. A veces me parezco mi propio souvenir en los lugares que visito.

10 comentarios:

Apalabrada dijo...

No sea perversa, que uno se la pasó acá todo el verano..
Y cuando ando por allá me llevo demasiado, vio?
La última vez que anduve por lugares a donde se llega con aviones y la gente habla distinto cometí la cholulada (por primera vez)de comprar souvenirs como hacen todos... ¡sí! ¡yo también!Portarretratos, remeras, (y bue no soy de palo).Y el Maligno me castigó. Hace dos que no piso nada fuera de locomún, salvo que un dái se me ocurra baldear mi propio patio.
:) besos con envidia cariñosa

Paula dijo...

Oiga, que el post refería a lo lindo que es a veces, baldear el patio propio, cantando por dentro canciones aprendidas en otros territorios =)

Beso (aún) desde acá.

numaleon dijo...

Es una buena imagen la última. Pero yo evito ser esos relojes de caracoles azules que dan en Mar Del Plata.

Adopto costumbres para mis viajes que se avecinan.

barluz dijo...

Me ENCANTO el post, esta escrito con las tripas, por eso debe ser.

Y me encanto reconocer un paseo juntas por montmartre a traves de las copas amarillas, y una noche de fotos y floridas. El souvenir capaz sea todo eso que vas dejando en los otros que te acompanaron tambien.

LORD MARIANVS dijo...

Recuerdo que una vez le dije a una amiga mia, que se quería rajar de Rosario por embrollos amorosos que tenía: "Vayas adonde vayas, siempre vas a estar con vos misma". Y opino eso, uno siempre se lleva a cuestas esté donde esté, sea de vacaciones, laburando, estudiando etcétera y etcétera. Distinta cosa es, creo, el asumir internamente el peso de ser-uno-mismo. Aquello que alguna vez te resultó un yunque hoy quizás te resulta una pluma. Pero para esa alquimia hace falta calle, porrazos y experiencia. Y en el mismo sentido, las vacaciones, al igual que la paz interior, uno no las logra yéndose por ahi, las logra cuando uno se asume a sí mismo, conociendo sus virtudes y defectos.

Paula dijo...

numa: el lugar donde uno va decide qué tipo de souvenir es uno, no al revés.

bar: cof cof cof guiño guiño. nada mejor que volver a ser souvenir, algún día. (viste que está la foto del dios de la contractura?) =)

lordinho: mucha gente resigna conocerse por creerse lo que los demás les dicen de sí mismos. Especialmente sus analistas. (risas)

Anónimo dijo...

Te tengo al lado e igual no dejás de sorprenderme gratamente cuando escribís estas cosas. :)

barluz dijo...

Jajjaja no habia visto la foto del rey de la contractura! Es que quedo MORTAL! Que ojo para las fotos que tenes nena. Besotes!!!

Silvana dijo...

Creo que lo mejor que uno se lleva de cada lugar es lo que vio, lo que tocó, lo que respiró, la gente que conoció o volvió a ver.
Los mejores recuerdos son las fotos que saca el corazón, es decir, las imágenes que nos guardamos y que no quedaron registradas por ninguna cámara. Esas que podemos volver a ver con sólo cerrar los ojos y recrearlas con su color, su olor, etc.
Esas no se manchan, no se rayan, no se arruinan. Cada vez se ven mejor.

viole dijo...

A mi también me gustaría traerme conmigo los lugares que visito. pero como no se puede, saco fotos, que es lo más cercano.