En diagonal, al lado de la puerta, estaba sentado él. Muy concentrado, mirando su apunte (una fotocopia de varias hojas), sin prestarle atención a los cuatro adolescentes que gesticulaban y se reían señalando "algo". Poca gente en el vagón, mucho espacio para mirar, quince minutos de viaje entre Bulnes y Juramento, quince minutos de viaje ocular desde las caras de los pasajeros hasta mi propio apunte, o entre mi reloj y la marquesina que indicaba en qué estación estábamos.
Los pibes se seguían riendo. Levanté la vista, y miré hacia mi compañero de lectura subterránea.
Su figura se recortaba contra un cartel de propaganda del Ejército De Salvación, en el que figuraban una brillante aureola y un par de plumosas alas blancas destacadas contra un fondo demasiado celeste como para ser creíble, sobre todo adentro de un vagón de subte donde todo es iluminadamente artificial. Había una coincidencia perfecta entre él y el aviso: parecía un verdadero angelito sentado adentro del vagón, dedicado a estudiar algún tema extraído de quién sabe qué Universidad. Hasta su cara hacía juego con la paz del cartel.
Renunció a la celestialidad en Olleros, donde, antes de bajarse, les dedicó una sonrisa a los chicos, que seguían haciendo bromas adecuadas a su pav-edad. Nadie ocupó su asiento, por lo menos hasta Juramento.
Post original del lunes 31 de mayo de 2004.
2 comentarios:
No sería el angel de Las Alas del Deseo?
I belieeeeeeeeve... in angels... laralalaláaaaaaaaaaa lalá la láaaaaa... ♪♫
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